Menos mal que hay cascos para ciclistas
12 junio 2025
En realidad, la frase que me dijo el médico de emergencias del Hospital Universitario La Paz de Madrid el pasado 17 de febrero fue: “Gracias a Dios que hay cascos de ciclistas”. Esa mañana, al ir al trabajo en bicicleta, un coche invadió el carril bici y acabé en el hospital después de haber aterrizado con el casco contra el asfalto. A pesar de llevarlo puesto y correctamente abrochado, sufrí una ligera conmoción cerebral, fractura de muñeca, magulladuras, y, lo más relevante, una rotura del hueso orbital bajo el ojo derecho.
Ni un máster de dos años en seguridad en el transporte, ni un doctorado en la materia, ni treinta años de experiencia me libraron de sufrir un siniestro de tráfico. Aún así, considero que para lo que podría haber pasado, y de hecho pasa, tuve suerte: el casco evitó que sufriera una lesión cerebral de gravedad o, incluso, muriera. En España, en 2023, 90 ciclistas, de 849 grave o mortalmente lesionados, perdieron la vida, según datos de la Dirección General de Tráfico. Los que, como yo, usan casco, reducen en un 60% el riesgo de sufrir una lesión grave en el cráneo o el cerebro (SWOV, Institute for Road Safety Research). Las lesiones en la cabeza son sin duda las más mortales, y las que pueden acarrear importantísimas secuelas de por vida.
En Países Bajos, “símbolo” de libertad porque usar casco no es obligatorio para los ciclistas, se están desarrollando campañas gubernamentales para promover su uso y reducir las cifras de víctimas. Según el Anuario Estadístico sobre Seguridad Vial de la Comisión Europea, en 2024 fallecieron en Países Bajos 208 ciclistas y se estima que si el 50% de ellos usaran casco (un porcentaje ya superado por España, por cierto, de acuerdo a los indicadores KPI recogidos en el proyecto europeo Baseline, en el que participa la DGT), se evitarían alrededor de 50 fallecidos al año. En ese país, sólo en 2024 unos 74.300 ciclistas acabaron en el hospital, cerca de 48.900 de ellos con lesiones graves. El 4% sufrió una herida grave en el cerebro o el cráneo, y otros 12.500, algún tipo de lesión cerebral de menor importancia.
Como sucede siempre, la campaña neerlandesa está siendo rechazada por algunos sectores. Pero en mi caso, y después de que llevar casco me haya salvado la vida, mi recomendación es clara: usarlo siempre. Un consejo que extiendo a los usuarios de patinetes eléctricos, más aún tras la cifra de 14 fallecidos que se alcanzó en 2024 en siniestros con este tipo de vehículos, según el último y reciente estudio de la Fundación MAPFRE y cifra récord desde que tenemos datos.
También tuve suerte porque el siniestro me pasara en este país, y en mi ciudad de acogida: Madrid. A los pocos minutos ya había acudido una primera patrulla de la Policía Municipal cuyos agentes comenzaron a atenderme y a recopilar datos para el atestado. La atención telefónica que recibí posteriormente, al intentar averiguar dónde habían retirado mi bicicleta, también fue muy satisfactoria. Suerte porque casi sin darme cuenta llegó una ambulancia y en pocos minutos ya estaba siendo atendido en el hospital y me habían realizado un escáner craneal para descartar lesiones graves. Suerte porque, al haber sucedido todo mientras iba al trabajo, la mutua de siniestros laborales, FREMAP en mi caso, ha dedicado los recursos necesarios para ayudarme en mi recuperación. Suerte porque el seguro del vehículo causante y mi seguro de asistencia jurídica, una de las coberturas de mi seguro de hogar (aunque también tengo seguro de bicicleta), tardaron poco en coordinarse para recopilar la información necesaria para garantizar la indemnización que me corresponda. Entre esos gastos que serán compensados se incluye la reparación de la bicicleta y la sustitución del casco: porque después de cualquier caída importante no hay que jugársela y es preciso sustituir el casco.
Lamentablemente, no todas las personas que sufren un siniestro de tráfico tienen tanta suerte como yo. Alrededor de 1.800 personas fallecen en España en siniestros viales al año y, sólo en 2023, otras 9.265 resultaron heridas hospitalizadas, muchas de ellas con secuelas importantes. Es increíble que todavía aceptemos una masacre tan descomunal como algo normal en nuestra sociedad… ¿desarrollada? Es innegable que debemos hacer mucho más para terminar con esta lacra.
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