China veta la palabra que vende la conducción autónoma tras el grave accidente del Xiaomi SU7
China quiere ser, entre otras cosas, potencia en tecnología y coches eléctricos. En lo segundo ya lo es, y en el primer caso prácticamente también, pero el gigante asiático no quiere más accidentes relacionados con la conducción autónoma. Por ahora, ha trascendido uno, el que tuvo como protagonista a un Xiaomi SU7 hace tan solo unos días, pero quién sabe si hay más o no.
El caso es que uno es más que suficiente para que el gobierno del gigante asiático haya decidido tomar cartas en el asunto lo más rápidamente posible, y así no dar una señal de debilidad, ni tampoco esperar a las conclusiones del pertinente estudio realizados por Xiaomi. Lo que se sabe es que el sistema de detección de objetos falló ante los pilares de un puente, que el conductor pudo retomar los mandos unos segundos antes y que no fue suficiente para contarlo.
China no quiere más accidentes con coches autónomos
Uno de los grandes problemas de la conducción autónoma en China, donde está más avanzada y se permite retirar las manos del volante y los ojos de la carretera -por eso, Mercedes prueba sus sistemas más avanzados en este país– es el uso de la palabra «inteligente».
Este concepto ha sido acuñado por todos los fabricantes para vender las cualidades de los coches más modernos, y no solo los que cuentan con los avanzados asistentes de conducción que libran al conductor de esta tarea. Las autoridades han decidido prohibir el uso de esta palabra en las publicidades, por lo que las marcas locales no podrán destacar los «beneficios» del uso de lo asistentes de conducción de sus coches utilizando «conducción inteligente» y «autónomo».
China confió de más en sus marcas y coches autónomos
No es lo único que se ha prohibido, porque también se le exigirá más control a las marcas que apuestan por estas funcionalidades antes de ponerlas en marcha en sus coches. En realidad, este requisito debería de haber sido obligatorio mucho antes, pero China confió demasiado en sus marcas y tecnología, recibiendo un durísimo revés.
Ahora, serán las autoridades del Ministerio de Industria y Tecnología de la Información de China los que evaluarán los sistemas antes de proceder a su aprobación, y no los fabricantes usando a los clientes como «conejillos de indias». Porque, hasta ahora, eran estos, los que se encargaban de probarlos y transmitir la información a la marca para completar su desarrollo.
Un problema para los fabricantes locales, que ya no podrán vender las excelencias de sus sistemas que hacen más autónomos a sus coches, dentro de unos límites, teniendo en cuenta que algunos modelos están equipados con asistentes de conducción que incluso son gratis.
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